Tenemos que ver las clinicas como empresas. El IVA NO tiene la culpa de nuestros males.
No es el IVA, es la rentabilidad
Leyendo el número 47 de la revista IM Veterinaria y entre varios artículos estupendos, me ha sorprendido mucho algo que se publicaba en ese número. En su sección "A pie de calle", en la que se entrevistan a varios compañeros, me ha llamado mucho la atención que una buena parte de los compañeros hablan del IVA como uno de los grandes problemas a resolver y que pone en peligro la supervivencia de las clínicas. Es un mantra que se repite en la profesión una y otra vez. Es cierto que parece que el informe que realizó la CEVE Empresarios Veterinarios parecía ratificarlo. Pero ¿es cierto que la subida del IVA en el año 2012 (han pasado más de 10 años) ha tenido tanta influencia en las clínicas o simplemente coincidió en el tiempo con otros factores nada desdeñables como una crisis tremenda?
Vayamos por partes. En primer lugar y desgraciadamente, hubo muchas, demasiadas, clínicas veterinarias que no repercutieron ese IVA que subió el gobierno a sus facturas. Es decir, directamente perdieron 13 puntos de sus beneficios sin nada a cambio. Si la mayoría de las clínicas se mueven en beneficios de entre el 5 y el 20%, resulta que todas aquellas que tenían beneficios menores al 14%, entraron directamente en pérdidas. Y las que estaban por encima se quedaron con unos beneficios muy escasos en un entorno de crisis que hacía que mantener los ingresos fuera difícil mientras que los gastos permanecían estables. Pero, eso no es culpa del IVA sino de la escasa cultura empresarial de nuestro sector. El IVA es un impuesto estatal, y si el gobierno lo cambia se debe repercutir directamente a nuestros clientes, tanto si sube como si baja. No es algo que haya que pensar demasiado. Se aplica directamente. De hecho, lo normal sería haber cambiado los tipos en nuestro programa de gestión y punto.
Por supuesto existe un diferencial importante entre el IVA que cobramos a nuestros clientes y el que gastamos comprando medicamentos, equipos, etc. Eso hace que nuestras cuentas corrientes estén engordadas artificialmente con un dinero que no es nuestro, sino que es del estado y que tenemos que devolverlo en las declaraciones trimestrales. Pero repito, aunque estén en nuestras cuentas corrientes no es un dinero nuestro, sino del estado. Y cuando llegan esas declaraciones trimestrales de IVA, todo es dolor y llanto. ¿Debería ser así? No. Yo me alegraría de pagar el doble de IVA que pago ahora, ya que eso querría decir que he ingresado el doble. Igual me pasa con mi IRPF. Cuanto más pague es señal de que he ganado mucho más. Entonces, si el problema no es pagar el IVA, y este es solo un síntoma ¿cuál es el problema real? El problema real es que muchas clinicas veterinarias tienen una rentabilidad muy por debajo de lo que deberían y cuando pagan los impuestos, las cuentas corrientes quedan como la nevera de Carpanta (vacías para los que no son boomers y no entienden el término). Si la rentabilidad de la clínica fuera la adecuada, debería quedar un buen remanente en la cuenta corriente y, por tanto, pagar esos trimestrales no debería ser un problema en vuestro flujo de caja.
La segunda cuestión es que el impacto real tuvo la subida del IVA. Ahora, con una diferencia de 11 puntos entre el IVA reducido y el general, si cobras una consulta de 30 € con un IVA del 10%, serian 33 €. Si es con el 21% sería 36,3 €. ¿Creéis que alguien dejaría de ir al veterinario por una diferencia de 3,3 €? Claro, es una cifra baja. Si ponemos el caso de una cirugía de 1000 € la diferencia es de 110 €. 110 € parece que ahí es una cantidad que pensar. ¿Creéis que alguien que puede pagar 1100 € no va a conseguir llegar a 1210 €? Sacará esa diferencia de debajo de las piedras si está en juego la vida de su compañero peludo. Y si no puede pagar 1100 €, evidentemente tampoco podrá pagar 1210 €. Es cierto que esa subida, provoca una disminución de la renta disponible de las familias. Así como también es cierto que, dentro de ese gasto de las familias, competimos con el ocio y con otros muchos gastos. Ahora mismo nuestro mayor problema sería la inflación y no el IVA, que está descontado hace mucho tiempo. Si no hemos asumido ese cambio en 10 años mal vamos. La inflación no solo nos aumenta los costes a nosotros, sino que hace que nuestros clientes tengan menos dinero para gastar, ya que se lo han tenido que gastar en un aumento de costes de sus gastos ineludibles o de primera necesidad. Les han subido la hipoteca, la gasolina, la cesta de la compra y sus bolsillos están más vacíos.
¿Afecta a todo el mundo por igual el problema? Ya sabéis que no. Y dependerá de que tipo de cliente tenemos en nuestra clínica para saber si nos afectará mucho, poco o regular.
Tenemos que ver las clinicas como empresas. Por mucho que lo digamos todavía hay muchos compañeros que no realizan este esfuerzo, volcados en la atención médica de sus pacientes. Sin embargo, aplicar criterios empresariales a la gestión de nuestras clínicas evitarían esta discusión sin sentido. El IVA NO tiene la culpa de nuestros males. Nos fijamos en un síntoma y nos quejamos de ese síntoma (pago trimestral del IVA). La enfermedad que aqueja nuestras clínicas veterinarias viene dada por la deficiente gestión de nuestros centros. La mala gestión se traduce en:
1. Rentabilidad por debajo de lo que se debería
2. Equipos ineficientes
3. Falta de estructuración de procesos
4. Estrés laboral y pérdida de empleados
5. Clientes descontentos y críticas en RRSS
6. Falta de objetivos a corto, medio y largo plazo
7. Poco reconocimiento por parte de la sociedad y minusvaloración por nosotros mismos
8. Poca competitividad en un mercado cada vez más exigente
Esta es la realidad de muchas clínicas. Echamos la culpa al mensajero (el IVA) que cada 3 meses nos pone de manifiesto que nuestra clínica no produce lo que sería conveniente. Es más fácil eso que hacer un análisis riguroso de porqué nuestra clínica no nos da los beneficios que debería. ¿Sabéis por qué no lo hacemos? Porque entonces tendríamos que poner el foco el mayor responsable de la situación, que somos nosotros mismos. A nadie le gusta mirarse en el espejo y que el reflejo que vemos sea malo. Si tomamos conciencia de que hay que cambiar para mejorar cosas en nuestro centro ya nunca más tendríamos escusas para quejarnos del IVA, los low-cost, la competencia desleal, las corporaciones o los seguros. Deberíamos coger el toro por los cuernos y eso es un gran esfuerzo. No hay cambio más difícil que cambiar nosotros mismos.
Parafraseando la campaña de Clinton en 1992, No es el IVA, "es la economía, estúpido". Y si lo fue, han pasado más de 10 años. Ya es hora de haber asumido la realidad y no seguir quejándonos. ¿Quiere decir todo esto que he escrito que no estoy de acuerdo con la rebaja del IVA? desde luego que no. Me gustaría que bajara el IVA por muchas razones, desde el simple reconocimiento de la veterinaria como profesión sanitaria, como para rebajar los costes a mis clientes. Pero que desee esa bajada y luche por ella, no me hacer perder el foco en los problemas REALES, que afectan AHORA a nuestra querida profesión.